Mientras el capitán lucha por hacerse con el timón, con toda la tripulación en su contra a punto de amotinarse, las primeras ratas comienzan a abandonar el barco que va, peligrosamente, a la deriva.
En el puente de mando la oficialidad afila los cuchillos, esperando el momento en que estalle la batalla, para ver quien se hará cargo de los restos del naufragio.
El capitán Raj hoy ya no se fía de nadie.Ha perdido la esperanza de llegar con vida a buen puerto.
En la oscuridad del camarote, al gran cuervo disecado no se le oye graznar.
miércoles, 7 de mayo de 2008
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