Ante la avalancha de comentarios (2) que ha suscitado la entrada anterior y como me sería difícil contestarle a los amables lectores uno por uno, vista la agria polémica creada, he decidido responder con otra nueva entrada sobre el mismo tema al objeto de dejar claro mi punto de vista.
No seré yo el primero en pedirle al gobierno (o tal vez si) que prohíba totalmente tan horrible vicio. Entiendo que haya gente que, en pleno ejercicio de su libertad personal , disfrute con costumbre tan nefasta para la salud a la par que extendida.
Pero sí podría elaborar nuevas leyes para proteger a los que hemos conseguido dejar el hábito mortal. O, por lo menos, impedirlo en sitios públicos, delante de los colegios , institutos y demás sitios donde los menores campan a sus anchas.
Porque nadie me negará que evitar que los niños vean eso es absolutamente necesario ; ¿ qué trauma no supondrá para un tierno infante, que está celebrando tranquilamente su botellón en alegre compañía, el hecho de ver a unos señores con cascos y monos azules dale que te pego, reventando las aceras con toda clase de objetos y maquinaria extraña, dejándolo todo manga por hombro?
¿Y qué me dicen de esos pobres jubilados que deambulan alrededor de cualquier obra, con la mirada perdida, víctimas del vicio, deseando saltar las vallas y darle rienda suelta a tan terrible adicción?
Sólo pensarlo da escalofríos, amigos. La verdad no tiene más que un camino : trabajar mata.
Por tanto, mi decisión está tomada. Adiós para siempre al sobresalto del despertador ; adiós a los dolores repentinos, el codo, la espalda...
Para celebrarlo me voy a un blog de aquí al lado de esos que tienen la señal de espacio sin humo y me voy a fumar cuatro pitillos del tirón.
¡A tomar por culo!
domingo, 13 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario