lunes, 13 de agosto de 2007

los tocahuevos 1

Cual alegres domingueros cogimos los bártulos y el perro y nos fuimos a disfrutar un bendito día de sol y playa, tortilla de patatas incluida.
Como el asunto perruno en las playas está bastante jodido decidimos ir a una cala pequeñita donde íbamos hace muchos años, tantos como veinte o incluso algo más. La cuestión no dejaba de ser algo arriesgada porque no sabíamos como estaría aquello y la alternativa podría ser acabar dando vueltas en el coche hasta encontrar el sitio adecuado.
Afortunadamente hubo suerte: encontramos buen acomodo, nosotros y el perro.
La playa seguía estando en el mismo sitio donde la habíamos dejado que, aunque parezca una perogrullada , en estos tiempos de cambios y mudanza y sobre todo de urbanizaciones salvajes, no deja de ser una suerte.
Y lo que es mejor, seguía siendo una especie de paraíso donde se entremezclaban todo tipo de personas: familias con niños, grupos de jóvenes y no tan jóvenes y nudistas con vestidistas ( o sea con bañador).
La mañana transcurrió feliz entre el sol y las olas. La tarde parecía prometedora hasta que en el horizonte aparecieron las nubes en forma de australopiteco paisano.
(Esta especie está , en general, en un acelerado proceso de extinción pero en nuestro pequeño país todavía resiste y todos alguna vez hemos tenido la mala suerte de toparnos con algún ejemplar).
Pues bien, este individuo, este compendio del energumenismo andante , esta wikipedia del mamarrachismo deshumano arremetió contra un nudista con insultos tan originales como maricón y cosas de estas que dicen estos seres irracionales, conminándole para que se vistiera y dejara de ofender la dignidad de los presentes ( o sea él y su señora).
Al mismo tiempo que el macho se encargaba de poner en su sitio al tío que estaba en pelotas, la hembra de la subespecie , enfundada de los pies a la cabeza en un colorido mandilón floral, soportando como dios manda los rigores de las altas temperaturas, arremetía contra las mujeres que estaban desnudas mientras buscaba la aprobación de las que estaban con bañador. Lo único que lograban era que la gente se escandalizara cada vez más de su actitud garrulesca y ridícula.
La escena sería cómica si no fuese porque las embestidas del mamarracho se volvían cada vez más violentas ante la pasiva respuesta del nudista y el desprecio general de la playa que en unos breves minutos había pasado de la más absoluta armonía y tranquilidad al caos y la guerra.
Del siglo veintiuno en Europa a la edad media de cualquier país perdido de por ahí...
Mañana más.

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