miércoles, 11 de julio de 2007

fantasías animadas de ayer y hoy

Un extraño sonido llegaba a mis oídos. Un runrún, un nosequé. Decidí abrir los ojos y me dí cuenta:
me había quedado dormido con la radio puesta. Nada que no sea normal. De hecho, todos los días me duermo con los cascos enchufados en las orejas. Debe ser algo genético que proviene de la rama materna de mi familia y que afecta a todos los hermanos. Se cuenta (es una anécdota familiar que no está comprobada) que ya en la edad media uno de mis antepasados era incapaz de dormirse si había silencio por lo cual obligaba a sus criados a estar charlando, cantando y contándose anécdotas en uno de los aposentos cercanos a su dormitorio mientras él iba deslizándose feliz por la senda de los sueños con una especie de cucurucho de madera espetado en su oreja.
Decía pues que desperté y presté atención al sonido ratonero que provenía del "arradio". Enseguida reconocí sus voces: eran el famoso dúo cómico Pedro J. y el pequeño talibán de sacristía. Despotricaban contra alguien - que raro- y presté atención. Parece ser que Zapatero - siempre Zapatero- había colocado de Conseller de Interior de la Generalidad (sic) a un tal Joan Saura que, por sus comentarios, había sido el cabecilla del asalto a la piscina del señor Ramírez.
Por obra y gracia de las palabras del dúo, lo que parece un simple acto reivindicativo se había transformado en prácticamente un intento de linchamiento de Pedro J. y su familia. Una especie de casiToma de la Bastilla , un miniAsalto al Palacio de Invierno piscinil, el desideratum.
Apalancaba el enano y gritaba más, si cabe: "... ésto ya lo hicieron los socialistas en la República cuando nombraron Ministro de Justicia a García Oliver".
Así siguieron, durante un buen rato, describiendo un panorama desolador donde el caos y la revolución se iban adueñando del país.
Joder - pensé- pues no sabía que las cosas estaban tan malitas. Si hasta contamos con la mismísima reencarnación del mítico anarquista. Creo que ha llegado el momento de echarme a las barricadas y aportar mi granito de arena a la revolución.
Salí a la calle dispuesto a unirme a mis hermanos proletarios. Ni hermanos proletarios ni barricadas ni hostias. El sol brillaba, la gente paseaba tranquilamente sus vacaciones de julio y reinaba la normalidad más absoluta. Como siempre. Como todos los días.
Me cagué en todos sus muertos y me fui a currar.

Rectificación: debido a una confusión informática (je) he confundido a Joan Saura con
Joan LLado.Meperdonen...

1 comentario:

lolo kausto dijo...

pues sí, cool ¿qué me va a decir a mí un singapurense o singapureño o...?